¿Es tu actitud determinante para alcanzar tus objetivos?
Antes de nada, comencemos como Dios manda, con una breve definición. Según la RAE (en la segunda acepción de la palabra): “la actitud es la disposición de ánimo manifestada de algún modo”
Lo cierto es que la mayoría de personas hoy en día saben el significado de esta palabra, pero, ¿sabes realmente el impacto que puede llegar a tener en tu vida?
La actitud como rutina diaria
La actitud es esa fuerza impulsiva que guía nuestras acciones y en consecuencia nuestras vidas. El hecho de imprimirle actitud a alguna tarea diaria de nuestra vida, determina, no solo que la tarea a realizar se nos haga mucho más amena y menos dolorosa, sino que también habremos saboreado la gratificación del trabajo bien hecho, y esto, lo traspasaremos a otras tareas diarias.
Si no tienes una buena actitud, ¿para qué intentarlo siquiera? Siempre puedes volver al sofá a ver la televisión deseando que pongan alguna desgracia ajena para así justificar tu falta de actitud. A priori puede parecer tremendamente más fácil procrastinar, pero te puedo asegurar que, si en ese momento logras vencerte a ti mismo, la satisfacción de después superará con creces a la desgana inicial.
La actitud: nuestro superpoder.
¿Te acuerdas de los superpoderes de Superman o Batman? Pues cada uno de nosotros tenemos uno más poderoso incluso que los de ellos: la actitud. Y es que, una persona con una buena actitud frente a otra con una actitud mala o pésima, podría tener su equivalente en una carrera de coches en la que un Ferrari se enfrenta a un Seiscientos.
La persona con una mala predisposición y quejica, realmente no es consciente de la mochila de piedras que carga en su espalda. Como dice el gran Víctor Küppers: “La vida se divide entre los que se quejan y los que aguantamos a los que se quejan”. Me pregunto muchas veces cuánto conseguirían esas personas si en lugar de poner excusas constantemente, intentasen conseguir sus objetivos con una buena dosis de autocrítica y actitud.
La cara es el espejo del alma.
Nuestras expresiones faciales y gestos también tienen mucho que ver a la hora de mostrar una buena actitud. Conozco a pocas personas que tengan mala cara en el trabajo y les vaya bien. Por no hablar de los que están cara al público: ¿Qué te parece el típico camarero que te toma nota con cara de “ojalá te vayas lo antes posible y así me pueda ir a mi casa rápido”? No hace falta que respondas, a todos nos ha pasado.
En el mundo hacen falta más “personas vitamina”, que son aquellas que muestran su mejor sonrisa aunque por dentro estén destrozadas, aquellas que están dispuestas prestarte su ayuda incondicional aunque todo parezca perdido. A esas personas yo les digo: ¡gracias por existir!
Consejos para desarrollar tu actitud.
Si te sientes frustrado y bajo de ánimo, debes saber que existe una solución a tu problema. La pregunta que yo te hago es: ¿Estás dispuesto a pagar el precio? La clave es comenzar cambiando la actitud y el mundo de nuestro alrededor empezará a cambiar, y no al revés.
Aquí van unos consejos para desarrollar tu actitud (espero que te sirvan tanto como a mí):
- No te quejes. Sobre todo, no achaques todo a la suerte o a cosas ajenas a ti. Decía Pablo que “la suerte es el pretexto de los fracasados”, y que razón tenía, amén. Digamos que la queja es una falsa justificación placentera. Tienes que aprender a ser consciente de cuando te estás quejando, aprender a identificar tus justificaciones. Solo cuando eres consciente de que haces algo mal puedes conseguir el cambio deseado.
- Muestra siempre tu mejor cara (literalmente). “Ante todo buena cara”, es el mensaje que siempre le ha dado Toni Nadal a su sobrino Rafa Nadal (considerado por muchos el mejor jugador de tenis de todos los tiempos). Ya sé que no es fácil poner buena cara cuando has tenido un mal día con tu pareja y tu jefe te viene a echar la bronca. Mi consejo es que te lo empieces tomando como un juego en el que te tienes que superar a ti mismo, ¿has fallado o no lo has hecho todo lo bien que podrías? No pasa nada, vuelve a empezar. Lo que pretendemos es crear un hábito y los hábitos, sobre todo al principio, cuestan más, no te machaques.
- Se flexible. Cambiar de actitud no es algo que vaya a suceder de la noche a la mañana. Por eso, cuando las cosas no salgan como esperas, no te enfades ni te frustres. Tener una buena actitud también va de esto, de pararte diez segundos, tranquilizarte y volver a empezar. Las cosas en la vida tienen la gravedad que nosotros les queremos dar. Como decía Michael FcGriffy: “Dichosos los flexibles porque no se desmoronarán”.
- Permítete equivocarte. Cuando somos pequeños y vamos a la escuela, una de las primeras cosas que deberían enseñarnos es a cometer errores, y no a verlos como algo horrible y de tontos. Solo equivocándote puedes aprender. No conozco una fórmula para la vida mejor que esta: error + buena actitud (ante ese error) = aprendizaje. Mi consejo aquí es que te lances al error; cuantos más errores cometas, más rápido aprenderás.
- Da lo mejor de ti siempre. Ya lo decía uno de los mejores presidentes de la historia de Estados Unidos, Abraham Lincoln: “hagas lo que hagas, sé el mejor”. Dar siempre lo mejor de ti en cada situación es sinónimo de victoria porque, aunque las cosas no salgan como esperas, no tendrás nada que reprocharte a ti mismo, y esto, es otra forma de ganar.
Conclusión
Para concluir con este post, me gustaría recordarte que, como ya hemos visto, existen dos tipos de personas: las que se van arrastrando por la vida y las personas dotadas con el superpoder de la actitud. ¿Quién quieres ser tú?
Recuerda que nadie moverá un dedo por cambiar tu actitud, ni siquiera las personas que te quieren bien. Estas te pueden aconsejar y animar, pero eres tú y solo tú el dueño de tus acciones y, en consecuencia, de tu destino.
Autoria Miguel Ureña- Copywriter
Si quieres despertar tu mente y conseguir una actitud digna de mención, aquí tienes al equipo de Celia Marin Perez.
0 comentarios