El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que afecta de manera desproporcionada a las mujeres en el ámbito laboral. Este trastorno conduce a sentirse indebidamente indignas de los éxitos logrados, generando miedo, inseguridad y ansiedad. Tres de cada cuatro ejecutivas han experimentado este síndrome en algún momento de sus carreras.

¿Por qué afecta más a las mujeres y cómo podemos combatirlo?

El origen del síndrome del impostor radica en la educación recibida y en la persistencia de sesgos y creencias que hacen que las mujeres sientan la necesidad de demostrar constantemente su valía. Los estereotipos de género internalizados desde la infancia contribuyen a que las mujeres se sientan obligadas a mantener un perfil bajo y a cuestionar sus propios logros. Esto se traduce en una autoestima más baja en comparación con los hombres.

La presión laboral también juega un papel significativo, especialmente en sectores donde las mujeres están subrepresentadas, como en empresas tecnológicas y en puestos de responsabilidad y dirección. El entorno de emprendimiento puede acentuar el síndrome del impostor debido a la incertidumbre y a la falta de referentes femeninos. En general, las mujeres pueden sentir la necesidad de demostrar constantemente su valía, lo que conlleva un estrés laboral y la sensación de que nunca es suficiente.

¿Cómo prevenir y superar el síndrome del impostor?

Es crucial cambiar la percepción interna y fomentar un entorno laboral colaborativo y equitativo. Se sugiere promover espacios de trabajo colaborativos, reconocer los logros propios y ajenos, ofrecer feedback constructivo y promover prácticas diversas e inclusivas. Es importante gestionar hechos concretos y basar las decisiones en evidencias objetivas.

Si el síndrome del impostor ya se ha manifestado, el psicólogo Javier Álvarez ofrece cinco pautas para superarlo. Es fundamental recordar que las emociones no invalidan la realidad y corroborar los hechos con evidencias objetivas. Reconocer que formamos parte de un equipo profesional por méritos propios y compartir cómo nos sentimos con otros colegas también puede ayudar a normalizar estas sensaciones. Además, es esencial evaluar nuestro diálogo interno sobre nuestra profesionalidad y evitar comparaciones que pueden ser trampas sesgadas.

En resumen, abordar el síndrome del impostor en el ámbito laboral femenino implica un cambio cultural, la promoción de la equidad de género y el fomento de un entorno que valore y reconozca los logros de las mujeres. Al adoptar estas medidas, podemos construir un espacio laboral más inclusivo y empoderador para todas.